lunes, 13 de abril de 2015

Sexo y felicidad: ¿Cómo apoyar el desarrollo de los jóvenes?


Por: Francisco Javier Lagunes Gaitán*


¿Qué es tener éxito en la vida? ¿Cómo apoyar a nuestros jóvenes para lograrlo?. Son estas preguntas que deberíamos hacer con mayor frecuencia y profundidad. La respuesta más común suele ser: que estudien, que obtengan una licenciatura y lleguen a ser alguien en la vida. Pero ¿De verdad crees que el éxito es tan fácil de medir como para certificarlo con una cédula profesional y un acta de matrimonio? ¿El éxito en la vida se mide por una cuenta bancaria, o por un auto de lujo? ¿Acaso no somos ya alguien, o debemos ser alguien diferente a nosotros mismos?.

¿ A qué venimos a este mundo?. Esta pregunta es una de las que nos definen como seres humanos. Cada uno de nosotros tiene la obligación dar su propia respuesta personal a esta interrogante. Por más que anhelemos compartir nuestra experiencia y aprendizaje en la vida de nuestros jóvenes nunca podremos evitar que encuentren su propia respuesta. Podrá gustarnos o disgustarnos, pero siempre será la mejor para ellos, porque es la suya.


La felicidad en la vida, parece una tarea imposible expresar plenamente qué es la felicidad. Hay personas con excelentes títulos universitarios y/o ingresos monetarios elevados que no son felices. Dicen que en el caso de la riqueza, como en el sexo, cuando no lo tenemos no pensamos más en ello. El destacado escritor argentino Jorge Luis Borges, afirmó alguna vez que su peor error en la vida había sido no ser feliz.

Existen diferentes tipos de obstáculos para alcanzar la felicidad. Para simplificar podemos señalar los internos y los externos. Nadie puede negar que factores externos como la posibilidad de encontrar trabajo o el nivel de ingresos son importantes, pero hablamos mucho menos de los factores internos personales. ¿Qué habilidades personales he fomentado en mis niños y en los jóvenes para ayudarlos a que sean felices? ¿Puedo transmitirles habilidades que no poseo yo mismo? ¿Cómo educar habilidades para una sexualidad plena y satisfactoria?.


¿De verás tu sabes lo que les conviene?. Por más que querramos a nuestros niños y jóvenes, debemos estar muy atentos para evitar que ese amor indispensable y sano se transforme en una sobreprotección asfixiante que les impida hacerse fuertes por sí mismos. Tarde o temprano, nuestros retoños tendrán que enfrentarse solos a los retos de construir su propia vida y, en ese momento, lo harán usando las habilidades para la vida con las que cuenten.
Una de las mejores formas que tenemos para incapacitar a nuestros jóvenes y niños e impedirles desarrollarse es tratar de pensar por ellos. Si siempre les evitamos la molestia de pensar en sí mismos y desarrollar su propio criterio independiente y tomar sus propias decisiones, no los estamos preparando para nada.  Al contrario estaríamos propiciando que se vuelvan dependientes de nosotros, lo que iría en contra de su necesidad de crecer y madurar. Las personas dependientes  en vez de enfrentar y resolver su vida, buscan siempre alguien que les diga cómo vivir, son mucho más vulnerables a la manipulación.

Uno de los ejemplos mejores de esta pretensión de pensar por los jóvenes  es la equivocada creencia de que sabemos mejor que ellos lo que más les conviene. Sin duda que las canas y las arrugas no están ahí en balde, seguro que algo hemos vivido y por ello podemos platicar  de nuestra experiencia, pero no tiene sentido tratar de teledirigirlos. Alguien tan dócil como para aceptar ser teledirigido por sus padres, a cualquier edad, corre riesgos gravísimos, como son el no desarrollar un criterio propio, carecer de habilidades para la vida y, aún peor, perder el contacto consigo mismo, con sus necesidades profundas, con su propia conciencia personal.

La felicidad como búsqueda.

La otra forma de entender la felicidad es pensarla como una búsqueda. No se trata de que tu tengas que hacer  lo que yo hice o estudiar lo que yó estudié, solo porque a mí me funcionó así. Pensar la felicidad como una búsqueda es entender que todos somos diferentes y necesitamos diferentes cosas.
La típica suegra que le dice a su hijo que no le gusta la pareja que tiene es un ejemplo de lo que no se debe hacer. Lo que esta persona debió hacer –en su momento- es propiciar en sus hijo el desarrollo de las habilidades para conocer a las personas y cuando se lo pidan, compartir sus experiencia. Porque decirle al hijo o hija: esa pareja no te conviene, sería demostrar que me parece tonto, incapaz de averiguar por sí mismo lo que le conviene y, de pasada reconocer que no lo supe apoyar para que desarrollara sus propias habilidades para la vida.


Algunos investigadores han llegado a la conclusión de que, más allá de las habilidades necesarias para el éxito académico al estudiar una carrera, para desempolvarnos apropiadamente en la vida hay cuatro habilidades básicas que resultan determinantes:
-          Comunicación interpersonal/Relaciones humanas
-          Resolución de problemas/Toma de decisiones
-          Condición física/Mantenimiento de la salud
-          Desarrollo de la identidad/Propósito en la vida

Estas habilidades para la vida son aquellas indispensables para vivir con eficacia. Cada una de ellas nombra, en realidad un área o de familia de habilidades relacionadas. Por ejemplo la habilidad para la comunicación interpersonal/relaciones humanas implica, poner atención, escuchar, percibir, responder verbal y no verbalmente, entre otros.

En una sociedad cada vez más abierta y democrática, como la mexicana, la educación debe enfocarse al desarrollo de estas habilidades para la vida, en la escuela, pero también en la casa, el trabajo y en la comunidad. Pero ¿Cómo se traduce esas habilidades en la educación de la sexualidad?
Las dos áreas del desarrollo humano son: cognoscitiva, vocacional, física y sexual, psíquica y social, moral, afectiva y del Yo (ego). La sexualidad es una más de las áreas del desarrollo humano. No se trata de algo insólito o completamente diferente. Todas estas áreas se relacionan entre sí y con las habilidades para la vida.

¿Qué se necesita para tener una vida sexual satisfactoria? Por ejemplo, adquirir la habilidad de comunicar lo que sentimos, en el momento en lo que lo sentimos. ¿Cuántas veces no fingimos un orgasmo para que la pareja no se sienta mal. Y una pareja de alguien que finja no demuestra su disposición para escuchar a la otra persona?.

Cuando tenemos una infección de transmisión sexual (cualquiera desde las ladilla hasta el sida, pasando por la gonorrea o el virus del papiloma humano), actuamos de manera muy diferente, relacionadas con nuestra personalidad y nuestras habilidades para la vida. Hay personas que no son capaces de enfrentar el problema, no se toman la molestia de evaluar los pros y los contras de ir a consultar al médico, optan por actuar como la los avestruces y entierran la cabeza en la arena, esperan –erróneamente- que si nadan de muertito y no piensan en el asunto, de una forma mágica se resolverá, y nunca sucede así con las ITS. En las enfermedades el tiempo es precioso, y no podemos darnos el lujo de perderlo así nomás, las consecuencias pueden ser desastrosas.

Nuestro sentido de identidad y de propósito en la vida  resulta decisivo en momentos importantísimos de nuestra vida sexual. Si no sabemos quiénes somos realmente y solamente nos apegamos a modelos estereotipados de lo que se supone que debemos hacer, muchas veces podemos entrar en callejones sin salida en nuestras relaciones de pareja. Por ejemplo, si nos han enseñado que los hombres nos debemos demostrar nuestros sentimientos, y que las mujeres deben ser el colchón amortiguador de todos los conflictos, creemos estos papelotes ridículos puede llevarnos a cerrarnos las puertas de una convivencia de mayor calidad y más satisfactoria para todos.

Algunas veces en la vida encontramos pruebas de fuego para las que debemos poner en práctica al máximo las habilidades con las que contemos. Una de estas ocasiones sucede al enfrentar una orientación del deseo sexual diferente a la que se suponía que uno debía tener. Si soy hombre y me doy cuenta que me atraen los hombres, o si soy mujer y me atraen las mujeres.



En el caso de que esto me pase a mí ¿Qué puedo hacer? Si todavía no actúo en las cosas importantes a partir de lo que soy y necesito, sino que me atoro en el qué dirán los demás, podría paralizarme  por años –o por toda mi vida-, aterrorizado por la reacción negativa que espero de las personas a mi alrededor. Hay quienes tratan de hacer todo lo que les dicen que se espera de ellos, a pesar de que su felicidad personal se imposible por ese camino. ¿El resultado? Todos permanecen infelices sobre todo consigo mismos.


En el caso de los padres, al no saber cómo enfrentar esta situación, tratan de exorcizar lo que les espanta diciéndole a sus hijos  - de quiénes sospechan –, cosas como, “si yo tuviera un hijo así lo mataría, o en mi familia no puede haber monstruos semejantes”, etc. ¿De verdad creerán que con esa clase de comentarios lo pueden cambiar en su naturaleza personal? Es la misma clase de error  que cometen quienes le dicen a un niño si no te comes la sopa ya no te quiero. ¿Qué clase de cariño es ese que condiciona de esta manera? Con estas actitudes podemos tal vez manipular por un tiempo a alguien, pero no estamos propiciando el desarrollo de sus habilidades para la vida.


Desafortunadamente o afortunadamente,  los resultados de la manipulación no suelen ser muy duraderos. La gente acostumbrada a ser manipulada no tardará en encontrar a alguien más dispuesto a manipularla también. Cuando alguien intenta manipular el camino de sus hijos para que no hagan algo diferente a lo que esta persona espera de ellos, demuestra abiertamente su propia carencia de habilidades para conocerse a sí mismo.

Sobran los padres y madres que se imaginan que sus hijos son una especie de juguete con el que pueden jugar a la vida en carne ajena y tomar decisiones por ellos. Pero sucede que los hijos de cualquier edad, son seres humanos por derecho propio, con sus propios sentimientos, necesidades, deseos e intereses.


Vivamos solos o con la familia, tengamos pareja o no, hay cosas que debemos hacer en una completa soledad existencial. Una de ellas es darle sentido a nuestras vidas, decidir quiénes somos, qué necesitamos y hacia dónde queremos ir. Cada uno de nosotros debemos asumir nuestras propias respuestas a las preguntas básicas de la vida. No hay una receta única de la felicidad. Todos debemos encontrar nuestro propio camino. Si queremos bien a alguien estamos obligados a respetar sus decisiones y a propiciar el peno desarrollo de sus habilidades para la vida. Hay que empezar por nosotros mismos.

*El autor es escritor y periodista.
Fuente: Revista Desnudarse de la Dra. Anabel Ochoa
N. de R. Esta revista ya no está en circulación.

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